Tanto la virtud como el vicio están en nuestro poder. En efecto, siempre que está en nuestro poder hacer, lo está en nuestro poder el no, lo está el sí, de modo que si está en nuestro poder el obrar cuando es bello, lo estará también cuando es vergonzoso, y si está en nuestro poder el no obrar cuando es bello, lo estará, asi mismo, para no obrar cuando vergonzoso.
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